Dos estudiantes suizos que se encontraban de vacaciones en Budapest convirtieron, sin saberlo, una mina antipersonal de fabricación soviética en una platillo volador para jugar al "frisbee".
Afortunadamente se trataba de dos virtuosos del "disco volador" pese a que fueran lo suficientemente desprevenidos como para ignorar que se trataba de un artefacto explosivo que hubiera condenado al perdedor a la muerte.
Tras ser observados por un guardia, este capturó la trampa letal y llamó inmediatamente a una escuadra antiexplosivos que procedió a su desactivación, poniendo fin al inusual juego.
Aparentemente inofensivo, este frisbee permitirá a sus desprevenidos practicantes transformar el hobby más practicado en el verano en un verdadero "deporte extremo" donde sólo hay cabida para los ganadores.
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